La directiva que permite aumentar a 60 horas la semana laboral rompe el modelo europeo
Los ministros de Empleo y Asuntos Sociales de la UE marcaron ayer una jornada fúnebre en el calendario del derecho de los trabajadores y en el del modelo social europeo, el que ha dado solidez al bloque de países más próspero y equitativo del mundo. Al aprobar una directiva que permite extender hasta 60 horas (y en casos específicos, como los médicos, hasta 65) la jornada semanal, los ministros acabaron con la conquista de las 48 horas, obtenida en 1917, tras años de combates sindicales desde la revuelta de Chicago de 1886.
Esta grave deriva antisocial ha sido posible por el cambio de signo en los Gobiernos de Francia e Italia. La derecha en el poder en esos países ha modificado su oposición a la directiva (oposición compartida por España), que ahora ha obtenido así una fácil mayoría. La responsabilidad es de los Gobiernos, más que de las instituciones comunitarias. Por más que el comisario del ramo, el checo Vladímir Spidla, se haya regocijado cínicamente, augurando que con la nueva norma se crearán "mejores condiciones para todos los trabajadores".
Los ministros de Empleo y Asuntos Sociales de la UE marcaron ayer una jornada fúnebre en el calendario del derecho de los trabajadores y en el del modelo social europeo, el que ha dado solidez al bloque de países más próspero y equitativo del mundo. Al aprobar una directiva que permite extender hasta 60 horas (y en casos específicos, como los médicos, hasta 65) la jornada semanal, los ministros acabaron con la conquista de las 48 horas, obtenida en 1917, tras años de combates sindicales desde la revuelta de Chicago de 1886.
Esta grave deriva antisocial ha sido posible por el cambio de signo en los Gobiernos de Francia e Italia. La derecha en el poder en esos países ha modificado su oposición a la directiva (oposición compartida por España), que ahora ha obtenido así una fácil mayoría. La responsabilidad es de los Gobiernos, más que de las instituciones comunitarias. Por más que el comisario del ramo, el checo Vladímir Spidla, se haya regocijado cínicamente, augurando que con la nueva norma se crearán "mejores condiciones para todos los trabajadores".
Radicalmente falso. La directiva consagra la completa libertad de elección del trabajador, individualmente considerado, para negociar su jornada. Pero es una libertad teórica, porque al suprimir en ese decisivo aspecto la negociación colectiva, rompe un equilibrio esencial del modelo, y en la práctica aboca a los trabajadores a asumir cualesquiera exigencia de los empleadores. En materia de jornada, pues, la directiva procede al inicio de la demolición del derecho laboral que sustentaba la paz social registrada durante decenios en Europa.
Es cierto que la norma sólo permite y no impone la jornada de 60-65 horas. De modo que en los países más sensibles a los derechos sociales, como el nuestro, no se pondrá en marcha. Pero su aplicación en otros Estados miembros no será inocua, porque esta desarmonización modificará artificialmente los costes laborales unitarios y se convertirá automáticamente en una poderosa palanca de deslocalización industrial.
Gobiernos de socios antiguos y nuevos aprovechan la ampliación al Este para importar algunas de las peores características ultraliberales de su capitalismo salvaje. La prueba de esta deriva, además de la polémica directiva de ayer, está en la jurisprudencia del Tribunal comunitario de 2007 y 2008. Tres de sus últimas sentencias (Laval un Partneri, Viking Line y Dirk Rüffert) rompen los equilibrios que existían entre el derecho de establecimiento y el de huelga; entre aquél y los convenios colectivos o las normas de contratación pública; y priman las peores condiciones laborales de los países de origen sobre las de los países de acogida a inmigrantes comunitarios. Es el mismo tribunal que avaló en su día la expansión de las normas más progresistas, adoptando para toda la UE la igualdad de género para consagrar la igualdad de salario en caso de un trabajo igual.
El País, 11-06-2008
3 comentarios:
A ver si actualizais mas esta página.
El pasado 9 de junio los ministros de Trabajo de la Unión Europea intentaron llegar a un acuerdo sobre la norma comunitaria que regula las horas laborales por semana de un trabajador, con la posibilidad de ampliarlas de 48 a 65 horas semanales.
Las posturas de la UE están divididas en dos grupos: por un lado, el grupo encabezado por Alemania y Gran Bretaña, que apuesta por una mayor flexibilidad laboral; y por otro, países liderados por España, que optan por acabar con las excepciones que permitan trabajar mas de 48 horas semanales.
Hasta ahora España había conseguido bloquear esta propuesta de las 65 horas con el apoyo de Francia, Italia, Eslovenia, y Portugal, pero tras perder el apoyo de los nuevos gobiernos de estos países, España se queda en minoría para hacer frente a esta propuesta. Son ya tres largos años los que se llevan debatiendo este tema del tiempo de trabajo.
La propuesta presenta salvaguardas como la de que los trabajadores aceptan las 65 horas semanales voluntariamente y no forzados por temor al despido.
España seguirá firme con su postura de no aceptar la ampliación de las 65 horas. Aunque se apruebe por mayoría. Los esfuerzos del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, se centrarán en que la norma sea modificada por la Eurocámara.
Muchos de los ministros europeos de trabajo creerán que ésta es una gran medida y que ayuda al trabajador. Yo personalmente creo que es un retroceso del trabajador frente al empresario en la lucha del primero por tener un trabajo digno en el que no sea explotado. Pues, impulsando esta medida, ¿qué hay de los trabajadores que ya trabajan 65 horas semanales y las cobran como horas extra? ¿Los trabajadores serán tan libres de aceptar la ampliación de horas como lo serían sus jefes para echarlos a la calle si no pasaran por el aro? Y lo más importante, ¿qué bolsillo se verá más beneficiado con esta medida, el del empresario o el del trabajador? Como podemos ver, la mayoría de gobiernos conservadores en Europa es algo que se hace presente cuando medidas como ésta salen adelante. Aquí es donde se ve la diferencia de quién es quién. Donde, una vez más, los gobiernos de izquierdas marcan la diferencia frente a los conservadores, que sólo parecen velar por los intereses de unos pocos.
Desde luego esta medida es un grave retroceso en derechos básicos laborales y deja en situación de indefensión al trabajador.
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